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¿Por qué lloramos con un final feliz?

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¿Qué pensarías si te dijéramos que nadie llora de estar feliz? Seguro podrías recordar momentos en los que te emocionaste hasta las lágrimas y no eran tristes, como una película con final feliz.

Sin embargo, mirá cómo los expertos no creen en esta clase de llanto.

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Nadie llora de felicidad

Aunque no lo creas, los psico?logos han llegado a una conclusio?n: las “la?grimas de felicidad” no existen. No lloramos porque estemos felices, sino porque un final feliz nos trae a la memoria sentimientos desagradables.

La mayori?a de los adultos es capaz de reprimir las ganas de llorar, aunque para ello se tiene que poner en juego un componente de energi?a fi?sica. Cuando un final feliz nos indica que seguir sufriendo carece de sentido, a veces descargamos en forma de risa la energi?a utilizada para contener las la?grimas, pero en general como expresio?n de una tristeza reprimida: el llanto.

Mucha gente aguanta estoicamente de principio a fin un dramo?n como Camila sin dejar caer una la?grima y despue?s llora cuando ve un comercial de esos que reconfortan el corazo?n, de so?lo treinta segundos de duracio?n. Los finales felices evocan, a menudo, un mundo idealizado de amabilidad y amor que, cuando e?ramos nin?os, crei?amos factible. Muy rara vez los chicos lloran con los finales felices porque todavi?a no esta?n desilusionados con sus posibilidades en un futuro.

Para los adultos, los finales felices representan un retorno provisorio a la edad de la inocencia: las la?grimas son si?ntoma del reconocimiento de que tenemos que volver a la dura realidad de la vida cotidiana. Los nin?os, que todavi?a no comprenden el significado de la muerte en su totalidad, ven los finales felices como una confirmacio?n de las posibilidades ilimitadas de la vida.

La tendencia a llorar con los finales felices no se limita a las historias. En la vida real, es comu?n que los familiares de un enfermo grave lloren no antes o durante una cirugi?a delicada, sino despue?s de que la operacio?n ha tenido e?xito. El final feliz permite que la persona que amamos libere toda la ansiedad y tristeza que habi?a estado reprimiendo.

Los psico?logos incluso cuestionan la idea de que las la?grimas que derramamos en los ritos de transición, como los casamientos y las fiestas de graduacio?n, sean de felicidad.

Justamente, como estas ceremonias simbolizan transiciones en la vida de la gente joven, los rituales de aquellos que amamos despiertan sentimientos de ansiedad reprimidos, sobre cuestiones pasadas (¿por que? mi fiesta de casamiento no fue tan feliz?), inseguridades sobre el presente (¿por que? no encontre? a alguien que me ame como se aman los novios?) y temores sobre el futuro (¿co?mo me voy a sentir cuando mis hijos se vayan de casa?).

En nuestro mundo emocional, estamos necesitados; somos egoi?stas y exigentes. En los finales felices, lloramos por nosotros mismos, no por los dema?s, lo que no significa que seamos incapaces de sentir alegri?a por la felicidad ajena. Cuando lloramos en los finales felices, se revela nuestro lado idealista, la parte de nosotros que anhela la simplicidad y el amor que alguna vez concebimos como posible, y la parte de nosotros que llora la pe?rdida por lo inalcanzable.

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