La ciencia moderna ha elaborado técnicas revolucionarias.
Creación de nuevas especies
Todas las razas de perros del mundo -desde el chihuahua hasta el
doberman pinscher- descienden del lobo. Al seleccionar características
deseables y realizar cruzas para lograrlas, el hombre ha producido razas de
perros tan diferentes que resulta difícil creer que pertenezcan a la misma
especie.
Se han utilizado vegetales con igual éxito para producir cereales,
frutas y verduras de alto rendimiento, así como plantas de ornato que florecen
con mayor hermosura que muchas naturales.
Las técnicas de reproducción tradicionales implican el
apareamiento de un macho y una hembra de diferente variedad, con la esperanza
de combinar las mejores características de ambas. Sin embargo, estos programas
de reproducción requieren varias generaciones, y solo pueden usarse entre
variedades de la misma especie. Con los recursos convencionales, no se puede
crear una súper verdura cruzando una zanahoria con un repollo, por ejemplo.
Pero la ciencia moderna ha elaborado técnicas revolucionarias de reproducción.
Una de ellas es la llamada fusión celular con animales.
Durante la fusión celular, la resistente membrana exterior del
espermatozoide y el óvulo se elimina por medio de sustancias llamadas enzimas.
Con esto las células, llamadas protoplastos, quedan protegidas por una delicada
membrana interior. Al mezclarlas, puede inducírseles a combinarse, por lo
regular con ayuda de productos químicos o virus. El resultado puede ser la
creación de una forma de vida con características de ambos progenitores.
Ingeniería genética
Otra técnica consiste en reprogramar el material genético que rige
el comportamiento de las plantas y de los animales. La especie producirá
entonces mejor fruta, leche más rica o algún producto ajeno a su naturaleza
normal. Esto se logra con la ingeniería genética.
El carácter de cualquier especie se lleva en forma de un código en
grandes moléculas espirales de ácido desoxirribonucleico (ADN), el cual se
encuentra en el núcleo de toda célula viva. Las cadenas de ADN están integradas
por solo cuatro elementos llamados nucleótidos, cuyo orden a lo largo de la
cadena representa la información genética.
Con la división de los genes, se separan pequeñas secciones de la
cadena responsable de un proceso particular y después se injertan en el ADN de
otra especie: planta, animal o bacteria.
Uno de los primeros experimentos consistió en separar la sección
de ADN responsable de producir insulina en el páncreas e injertarla en una
bacteria. El gen se dividió por medio de una enzima, material biológico que
descompone la cadena de ADN en determinados puntos. Después se utilizó la misma
enzima para cortar el ADN de una bacteria, Escherichia coli, en
los mismos lugares, y el fragmento de gene humano se implantó en la bacteria.
Al crecer ésta elaboró insulina humana, así como sus productos normales. La
insulina se extrajo y desde 1982 se ha administrado a los diabéticos.
Esta técnica, aplicada a plantas y animales, ya produce resultados
extraordinarios. En el Instituto de Fisiología Animal e Investigación Genética
de Edimburgo, Escocia, pasta un rebaño de ovejas sobre una ladera. Pero estas
ovejas han sido convertidas en fábricas vivientes de medicamentos al
reprogramar su código genético de manera que además de leche produzcan un
agente coagulante que antes se encontraba solo en la sangre humana. Se le llama
factor IX, y su ausencia causa hemofilia, que impide la coagulación de la
sangre.
Los científicos aislaron el gen responsable de producir el factor
IX en personas normales, lo extrajeron y lo injertaron en el lugar adecuado
entre los genes de embriones de oveja. Las ovejas crecieron normalmente y
producen leche que contiene el factor IX, el cual puede extraerse y usarse para
tratar a enfermos de hemofilia.
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