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Desorden afectivo estacional: un baño de luz puede ayudarlo

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No se agobie, no es el único que entristece con el cambio de estación; muchas personas sufren de depresión estacional, ¿la buena noticia? existen tratamientos. Los baños de luz tienen beneficios más allá de mejorar la tristeza estacional.

¿Qué es la DAE o desorden afectivo estacional?

Cuando las estaciones cambian, y los días se vuelven más cortos, personas de todo el mundo exhiben la llamada tristeza de invierno. Algunos incluso sufrimos una variedad más severa llamada desorden afectivo estacional (DAE): depresión causada por la falta de exposición a la luz del sol.

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Qué tratamiento seguir para tratar el Trastorno afectivo estacional

Los científicos han descubierto que sentarse 30 minutos diarios frente a una lámpara especial que emite una luz blanca brillante puede ayudar a tratar esta condición. De hecho, este tratamiento puede ser tan efectivo como los antidepresivos, y un estudio de 2015 descubrió que incluso podría ser de ayuda para aquellos pacientes cuya depresión no es estacional.


¿Por qué el sol es vital para nuestro estado de ánimo?

El sol emite diferentes tipos de luz, algunos de los cuales aportan más beneficios que otros. La de onda más corta es la luz ultravioleta, y la más larga, la infrarroja; en medio están los colores de la luz visible (aunque los humanos no podemos distinguirlos todos). Los estudios sobre fototerapia se han llevado a cabo por más de un siglo. A principios del XX se recomendaba para todo tipo de cosas, desde curar la tuberculosis hasta para hacer crecer el cabello. Pero su popularidad disminuyó tras el descubrimiento de los antibióticos y el surgimiento de la industria farmacéutica. Además, muchas aseveraciones sobre los beneficios de la fototerapia han puesto en duda su credibilidad.

Fototerapia: un avance contra las enfermedades

Sin embargo, en la década pasada, impulsada por algunas pruebas alentadoras, la fototerapia tuvo un resurgimiento, incluyendo en clínicas y hospitales. En particular, se está estudiando a la luz roja por su capacidad para ayudar a disminuir los síntomas de algunas enfermedades serias, como el Párkinson y el Alzheimer, y el Síndrome de Túnel Carpiano. Aunque muchas de estas aplicaciones todavía esperan aprobación gubernamental, la luz roja ya es administrada en hospitales de Europa, Canadá y Sudamérica para tratar la degeneración macular.

Cómo funciona la fototerapia

Las propiedades curativas especiales de la luz roja están ligadas a su capacidad para activar las mitocondrias, estructuras celulares que juegan un papel en combatir estas condiciones. Como lo describe Janis Eells, profesora de ciencias bioquímicas de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, Estados Unidos, la luz puede darles a las células “una patada en sus traseros mitocondriales, básicamente las despierta y las pone a trabajar.

La fototerapia también está teniendo aplicaciones más comunes y cotidianas. La luz roja, y la casi infrarroja, pueden alcanzar a las células bajo la piel para acelerar la curación de moretones y heridas. Se puede obtener este tratamiento en muchos salones de belleza o con una unidad casera: las personas tienden a exponerse de cinco a quince minutos, una vez al día, hasta que la herida sana (para un tratamiento sano y efectivo, es mejor consultar a un doctor antes de utilizar una luz roja).

La luz azul, que apenas penetra la epidermis, es comúnmente prescrita por dermatólogos —y administrada en casa o en el consultorio del doctor— para matar a las bacterias que causan el acné en la piel.

Aún no se comprende a la luz verde del todo, pero un estudio de 2020 de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, indica que puede utilizarse como terapia preventiva para los pacientes que sufren migrañas recurrentes. Después de 10 semanas de exposición autoadministrada, de una a dos horas al día, los pacientes reportaron en promedio una reducción de dolor del 60 porciento. Estos resultados preliminares son prometedores, pero la aprobación para su uso clínico seguramente todavía está a unos años de distancia, según Eells. 

Ahora que estamos empezando a entender cómo y por qué la luz puede sanarnos, Eells cree que estamos superando el escepticismo que plagó a la fototerapia en el pasado. “No es magia”, dice. “En verdad es ciencia”. 

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