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Cuando los huesos se debilitan

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Consejos para combatir la osteoporosis

LOS HUESOS SE HABÍAN CONVERTIDO en la última de sus preocupaciones. Era 2010 y la finlandesa Hilkka Hopearuoho recibía un diagnóstico de cáncer de mama.

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Pero los médicos —conscientes de que dicho trastorno podía debilitar el esqueleto— le habían pedido una densitometría ósea. Los resultados confirmaron que la paciente, entonces de 55 años, padecía osteoporosis en la columna vertebral. El tratamiento de quimioterapia podría afectar aun más los huesos, por lo que Hilkka tendría que tomar complementos de calcio y una forma sintética de vitamina D.

Una vez curada del cáncer, la paciente volvió a hacerse una densitometría, en 2016. Ni el calcio ni la vitamina D habían logrado detener la osteoporosis. El especialista recetó denosumab, un medicamento biológico que limita la pérdida de masa ósea.

Como investigadora, Hilkka, entonces de 62 años, decidió averiguar más al respecto. Quería informarse sobre todo lo que pudiera hacer para proteger su esqueleto de un mayor deterioro.

El término osteoporosis significa “hueso poroso”. La estructura interna de nuestro esqueleto se parece a un panal de abejas. Es una matriz de células que se desintegran y regeneran constantemente, como sucede en otras partes del cuerpo.

A veces los huecos de las celdillas de este panal se ensanchan porque el organismo deja de producir suficientes células para hacer de paredes. Esto nos deja con huesos frágiles y quebradizos. Cuando la densidad ósea disminuye hasta niveles considerados graves, el paciente recibe el diagnóstico de osteoporosis.

Determinar quién corre riesgo de romperse un hueso resulta difícil; no es una ciencia exacta. Hoy en día, los médicos de la Unión Europea utilizan un cuestionario llamado FRAX® para asesorar a los pacientes. Este instrumento evalúa distintos factores vinculados al riesgo de fractura, entre los cuales se encuentran desde las cifras de densidad ósea hasta el país de residencia.

Según estimaciones de la OMS, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años sufrirán una fractura por osteoporosis. Las zonas más afectadas serán el cuello del fémur, la columna y el antebrazo. Son precisamente las que ponen en peligro a la gente mayor. Y por ello la comunidad médica está decidida a reducir su amenaza.

EL SOL AÚN NO HABÍA SALIDO aquella fría mañana del 19 de enero de 2016, pero la francesa Michèle Olivier ya caminaba a toda velocidad hacia el trabajo como era su costumbre. Ese día algo falló. La profesora, de 59 años, tropezó debido a irregularidades en la vereda y cayó. El dolor a la altura de la cadera era insoportable.

Una radiografía reveló la presencia de una grave fractura de fémur proximal. Solo podía deberse a un serio deterioro de la matriz ósea. Michèle estaba atónita. Hacía apenas dos años se había hecho una densitometría con resultados satisfactorios. ¿Sería posible?

Tras revisar sus antecedentes médicos con mayor cuidado, los doctores se percataron de que Michèle presentaba graves factores de riesgo. En 2014 se había fracturado dos huesos de las piernas, signo de que el esqueleto se encontraba frágil. En aquel entonces, el médico solicitó una densitometría. Luego, en 2015 le diagnosticaron artritis reumatoide. Dicho trastorno, junto con los corticoesteroides típicamente recetados como tratamiento, tienen fama de debilitar los huesos.

La artroplastía de cadera se llevó a cabo un día después del accidente. Gracias a las novedosas técnicas quirúrgicas de mínima invasión y al activo estilo de vida que llevaba antes de la operación, Michèle volvió a caminar casi de inmediato. Los médicos le recetaron risedronato, un fármaco de la familia de los bifosfonatos que reduce el riesgo de sufrir fracturas. Michèle también sigue un estricto programa de entrenamiento que incluye natación, spinning y otras actividades.

Pero no toda la gente con fractura de fémur proximal tiene la misma suerte. “La tasa de mortalidad es elevada en los primeros 30 días, pero también durante el año posterior al incidente”, explica el doctor Eugene McCloskey, catedrático de Trastornos Óseos en Población Adulta de la Universidad de Sheffield. Aún no se sabe del todo por qué, pero en su opinión puede haber muchas razones: pérdida de sangre; peligro de inflamación e infección; riesgo de la anestesia. El traumatismo en sí no es lo único.

Por ello se hace tanto énfasis en la prevención.

REDUZCA EL RIESGO

Sin duda existen cosas que puede hacer para controlar la osteoporosis o reducir el riesgo de desarrollarla. No puede modificar los genes que heredó de sus padres ni borrar sus antecedentes médicos de artritis reumatoide, diabetes o cáncer de mama, por ejemplo. Los efectos secundarios de la medicación que le hubieran recetado en esos casos tampoco desaparecerán. Pero si fuma, deje de hacerlo. Y limite el consumo de alcohol, adopte buenos hábitos alimenticios, haga ejercicio…

Incrementar el nivel de actividad física es uno de los cambios de estilo de vida más importantes al alcance de cualquiera. El ejercicio retarda la pérdida de masa ósea y reduce el riesgo de caídas. Las rutinas de fuerza con bandas elásticas, aparatos para levantar pesas o mancuernas mejoran el estado de huesos y músculos.

Según el Insituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, “los ejercicios de fortalecimiento”, es decir, cualquier práctica que nos obligue a vencer la gravedad, ayudan a evitar la pérdida de masa ósea y a regenerar el hueso.

Pero si ya padece osteoporosis o presenta signos de fragilidad ósea, lo primero que debe hacer es consultar a un fisioterapeuta o médico especialista. Es fundamental garantizar que el programa que elija no eleve el riesgo de sufrir fracturas. Y aun así hay muchas opciones.

“Con cualquier esfuerzo, el cerebro recibe la señal de que algo está pasando y esto estimula el recambio óseo, lo cual es muy positivo”, señala la catedrática Kristina Akesson de la Universidad Lund y del Hospital Universitario Skanes de Malmo, Suecia.

La alimentación también juega un papel fundamental en la prevención. Según un estudio publicado en enero de 2017 en el Journal of Bone and Mineral Research, las dietas antiinflamatorias (a base de frutas, verduras, cereales integrales y pescado) conservan la densidad ósea y reducen el riesgo de fractura de fémur proximal.

También es importante consumir calcio y vitamina D (que ayuda al cuerpo a aprovechar dicho mineral). Durante un estudio publicado en abril de 2017 en el American Journal of Clinical Nutrition, los complementos de calcio y vitamina D aportaron el mayor beneficio a pacientes con riesgo hereditario de fractura.

CONTRA LA OSTEOPOROSIS

¿Le han diagnosticado osteoporosis basándose en los resultados de la densitometría? Esto no significa que tiene los huesos frágiles como el cristal. “Aunque los estudios indiquen que, dadas las bajas cifras de densidad ósea padeces dicho problema, la fractura no es inminente”, aclara el Dr. McCloskey.

En términos generales, “lo que en realidad nos preocupa es que el problema evolucione desfavorablemente”, subraya Akesson. Es decir, ‘que la persona se rompa un hueso’”.

Cuando los médicos determinan que el riesgo de sufrir una fractura grave o de fémur proximal en un período de diez años es del 20 y 3 por ciento, respectivamente, recomiendan a los pacientes adoptar medidas preventivas. Y, como las fracturas son signo de fragilidad generalizada del esqueleto, los pacientes tendrán aunque la densitometría o el cuestionario FRAX indiquen bajo riesgo.

Los medicamentos más recetados son los bifosfonatos. “Estos fármacos, en general, reducen el riesgo de fractura entre un 30 y un 50 por ciento, dependiendo del tipo de incidente”, comenta Akesson.

Sin embargo, el uso de estos productos es controvertido. Aunque la posibilidad es casi nula (de 1 a 4 casos por cada 10.000), existen informes de que los bifosfonatos erosionan la mandíbula y ocasionan fracturas de fémur. Según Akesson, esto suele afectar únicamente a personas con cáncer o problemas dentales que involucran la mandíbula.

El efecto secundario que experimentó Michèle con el risedrona es más común. Después de cuatro meses, empezó con dolores estomacales tan intensos que tuvo que interrumpir el tratamiento. Le recetaron la droga biológica denosumab, que hasta ahora le ha funcionado.

Es una inyección que se administra dos veces al año. “Al parecer, cuanto más se usa, mayor es el aumento gradual de la masa ósea”, señala el doctor Eric Orwoll, profesor titular de Medicina en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon, Estados Unidos.

La teriparatida, otro medicamento contra la osteoporosis, estimula la regeneración ósea, dice Akesson. Sin embargo, solo puede usarse entre 18 y 24 meses debido a que podría exacerbar el riesgo de cáncer de hueso (aunque aún no se ha comprobado en humanos). “Es una muy buena herramienta para elevar la densidad ósea rápidamente”, sugiere Akesson.

Se ha comprobado que los tratamientos de restitución hormonal a base de estrógenos reducen el riesgo de fractura y de fémur proximal hasta en un 29 y 35 por ciento, respectivamente, según estudios de gran alcance publicados en 2003 y 2006.

Sin embargo, existen indicios de que estos medicamentos podrían elevar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como el de mama. Gracias a un estudio publicado en marzo de 2017 en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, hoy se sabe qué mujeres no deben tomar estos medicamentos en base a los beneficios y potenciales riesgos.

Según investigadores de la Universidad de Buffalo, en Nueva York, los estrógenos fortalecen los huesos de modo importante cuando las pacientes son propensas a sufrir fracturas debido a sus antecedentes familiares. Por otro lado, el tratamiento es de poca utilidad para quienes no tienen riesgo por factores genéticos. Gracias a esta valiosa información, los médicos ahora pueden “recetar el medicamento correcto a la persona indicada para obtener el máximo provecho y hacer el menor daño”, afirma la autora principal del artículo y profesora titular, Heather Ochs-Balcom.

Otro fármaco, el raloxifeno, aporta los mismos beneficios que los estrógenos, pero sin elevar el riesgo de cáncer. De hecho, según el doctor Orwoll, “probablemente previene el cáncer de mama vinculado a la presencia de células malignas con receptores de estrógenos”. Aunque el medicamento podría evitar algunas fracturas, aún no se han comprobado sus efectos específicos a nivel de fémur proximal.

Por último, es posible que en un futuro próximo, los médicos puedan sumar otro producto a su arsenal: la abaloparatida. Según un artículo publicado en 2016 en el Journal of the American Medical Association, su mecanismo es similar al de la teriparatida, reduce el riesgo de fractura e incrementa la densidad ósea de mujeres con osteoporosis de manera más eficaz que el medicamento anterior. La agencia estadounidense del medicamento (FDA) ha autorizado su comercialización. El trámite ante la Agencia Europea del Medicamento aún continúa.

EL MUNDO NO se termina por un diagnóstico de osteoporosis. Existen opciones terapéuticas y las investigaciones continúan.

Pero recuerda: existen cosas que puedes hacer ahora para mantenerte fuerte, mantener la masa ósea, reducir el riesgo de fractura y conservar la movilidad de por vida.

Cuando Hilkka decidió averiguar qué podía hacer para proteger sus huesos, se encontró con la Sociedad Finlandesa del Hueso, donde tuvo clases de nutrición y prevención.

También se unió a un grupo de entrenamiento para encontrar actividades seguras y eficaces que le permitieran fortalecer los huesos. “Quiero viajar, hacer senderismo y vivir feliz tanto como me sea posible”, señala Hilkka.

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