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Dele un puntapié al dolor

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Más de la mitad de las personas tiene problemas en sus pies a causa del calzado que utiliza.

La larga historia de la moda que incomoda

“Yo calzo número 40”, confiesa Athena Tsembelis, de 40 años. “Durante mucho tiempo usé talle 38, pero mis pies empezaron a hincharse por todos los años que pasé apretujándolos en zapatos hechos para Cenicienta. Como quería ser linda y lucirme en los salones de baile, me compraba zapatos demasiado chicos, altos y caros”. Los gustos de Athena le costaron más que dinero: tuvieron que operarle el pie izquierdo para eliminar un doloroso juanete, y quizá pronto necesite la misma operación en el otro pie.

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No solo las mujeres sufren afecciones de los pies; también los hombres. Por ejemplo, Noah Tannen, de 33 años, tenía una dolorosa verruga plantar de 2,5 centímetros de diámetro. “No sé si me salió por esquiar con botas alquiladas o por jugar frisbee con zapatillas mojadas en invierno”, cuenta. Un médico le congeló la verruga y luego se la extirpó.

Según el podólogo Eduardo Cagnacci, director de la Escuela de Podología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, poco más de la mitad de las personas padece afecciones de los pies, y la principal causa es el uso de zapatos inadecuados. “En la Argentina, este problema es muy común porque el calzado que se fabrica tiene distintos largos de acuerdo al número de calzado pero un solo ancho. En otros países, el calzado se puede elegir según el largo y el ancho de cada pie”, explica Cagnacci.

En el caso de muchos hombres y mujeres, el sobrepeso impone una carga adicional al caminar, y lo peor es que un dolor que comienza en los pies puede afectar otras partes del cuerpo.

“Los pies, las rodillas, las caderas, la espalda y el cuello son partes de una misma estructura”, dice la cirujana podóloga Johanna Youner, que advierte que los tacos altos pueden desalinear la columna vertebral, y que el otro extremo, las sandalias y los zapatos bajos no ofrecen soporte al arco y provocan dolor de rodillas. “Como las rodillas se inclinan hacia dentro —explica—, las caderas y otras partes del cuerpo pierden la alineación”. Y esto puede causar trastornos ortopédicos más graves.

¿Elegante o práctico?

Muchas personas prefieren usar zapatos elegantes para ser atractivas aunque sean zapatos incómodos. En los Estados Unidos, un estudio de la Asociación de Podología reveló que el 42 por ciento de las mujeres usa zapatos incómodos con tal de lucir mejor. La doctora Youner admite que, con tacos altos, una mujer parece más delgada y alta: “Los tacos hacen sobresalir el pecho y la cola, y la mujer se ve más sensual y voluptuosa, pero las desventajas son terribles”. A fin de cuentas, agrega, “no es nada agradable no poder caminar”.

Los tacos altos pueden producir ampollas, callos, juanetes, dedos martillo y otras afecciones dolorosas y poco atractivas. Algunas mujeres llegan al extremo de someterse a innecesarias operaciones “estéticas”, como el “enderezamiento” (para estirar el dedo pequeño del pie que se ha contraído y abultado), el “acortamiento” (para reducir la longitud de los dedos) y el “afinamiento” (para eliminar depósitos de grasa acumulados en la punta de los dedos).

“En el caso de las mujeres, el calzado elegante no respeta la forma ni la funcionalidad del pie: tienen los tacos altos, punteras estrechas, falta de refuerzos en la zona del puente, contrafuertes posteriores que no respetan la forma del talon”, comenta el licenciado Cagnacci.

Las sandalias altas y los zapatos de plataforma de hoy son igualmente peligrosos. Aunque parecen más estables que los zapatos con tacos aguja, “cuanto más alta la plataforma, más dolorosa la caída”, advierte la doctora Youner.

En el caso de los hombres, el cuero duro y rígido de los zapatos formales también puede dañar los pies.

Y quienes practican deportes los fines de semana, a menudo usan calzado deportivo diseñado para otro tipo de ejercicio. “Los varones no usan zapatos puntiagudos y de tacos altos”, señala Youner.

“Así que cuando sufren afecciones de los pies, por lo común se trata de fascitis plantar causada por un mal soporte del arco; dolor de talones por practicar deportes en superficies duras, o juanetes causados por correr demasiado o por otro ejercicio que imponga un peso excesivo sobre rodillas y pies”.

La prevención es el mejor remedio

La mayoría de los expertos coincide en que no hay una cura milagrosa para las afecciones de los pies. La clave es la prevención. Usar zapatos de cuero que no retengan humedad es un buen comienzo. En los pies se concentra una alta proporción de las glándulas sudoríparas del cuerpo, que no solo causan mal olor. “La acumulación de humedad durante largo tiempo en los zapatos puede ocasionar infecciones de la piel, entre ellas, el pie de atleta”, señala el doctor Robert J. Baglio, cirujano podólogo de Charlottesville, Virginia. “Por ese motivo, los zapatos de materiales sintéticos, que no tienen buena ventilación, pueden favorecer la aparición de hongos”.

Para las mujeres, usar el calzado correcto es crucial. Los tacos de cinco centímetros o menos son mejores que los de aguja y que las plataformas porque evitan que el talón quede mucho más alto que la eminencia metatarsiana o bola del pie, esa zona carnosa que se encuentra detrás del dedo gordo, donde recae buena parte del peso del cuerpo al caminar. La forma del zapato es importante: los redondeados o cuadrados son preferibles a los puntiagudos. Y si los zapatos son demasiado pequeños y le aprietan los dedos, corre el riesgo de padecer juanetes, callos y dedos martillo.

Por suerte, están surgiendo nuevos tratamientos. Las inyecciones de Restylane, un gel que la Dirección de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos (FDA) aprobó para atenuar arrugas faciales, se usan para aliviar los dolorosos callos. Y las afecciones menores se siguen curando o mitigando con diversos productos pédicos: protectores adhesivos para ampollas, cojinetes de talón para fascitis plantar, talco antimicótico, soportes de arco y plantillas diversas.

A pesar de todo, es indudable que seguiremos abusando de nuestros pies. “Si toda la gente usara zapatillas, perdería a la mitad de mis pacientes”, dice la doctora Youner en son de broma. Pero como no es aceptable ni divertido usar zapatillas en todas las ocasiones, la experta aconseja que las mujeres usen tacos lo menos posible y que, después de usarlos, hagan el “estiramiento del corredor”: con las manos apoyadas en la pared y un pie extendido hacia atrás para estirar el tendón de Aquiles. Este ejercicio debe repetirse con el otro pie.

Si de vez en cuando quiere sentirse como Cenicienta en un salón de baile y usar tacos altos, no se cohíba. Pero no olvide que a la medianoche se terminará el encanto y que, como dice el doctor Baglio: “Tenemos que cuidar nuestros pies para que ellos puedan cuidarnos”.

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