Lo único que puede frenar esta tendencia son los cambios duraderos en el estilo de vida.
Tiene alta la glucemia. Es prediabética”. Cuando
la fotógrafa de bodas de 54 años, Gail Tudor, oyó esto de su médico, en julio
de 2015, se quedó impactada. ¿Cómo era posible? Su índice de masa corporal
estaba dentro de lo normal (24) y llevaba una dieta baja en grasas y rica en
fruta, verdura y cereales saludables, como recomienda el Servicio Nacional de
Salud de Reino Unido. Además, Gail, galesa y con dos hijos, es muy activa:
patina, camina y hace kayak, entre otras cosas. Como ya llevaba hábitos de vida
saludables, según el doctor era poco probable que pudiera evitar el desarrollo
de diabetes tipo 2. Le pusieron un tratamiento que incluía medicamentos que,
casi con seguridad, los utilizaría el resto de su vida. “No podía creerlo”,
señala Gail, quien decidió encontrar otra forma de prevenir la diabetes sin
medicación.
El ingeniero jubilado Frank Linnhoff, de 69
años, vive cerca de Burdeos, en Francia. El riesgo de desarrollar diabetes tipo
2 no es nuevo para él: además de tener antecedentes familiares, sufre obesidad.
Su padre murió a los 70 años de insuficiencia renal asociada a este problema; a
su hermano le amputaron la pierna a los 45 por la misma razón. Linhoff recibió
el diagnóstico de prediabetes hace algunos años. Desde entonces, ha hecho el
esfuerzo de seguir las recomendaciones del médico en cuanto a dieta y
ejercicio, pero ha engordado.
En enero
de 2015 empezó a sentirse tan mal que se hizo unos análisis de sangre. Según
los resultados, su glucemia en ayunas estaba por las nubes. Le quedaba claro
que, de acudir a consulta, el médico le diagnosticaría diabetes. “Estaba
impactado. Me puse a buscar respuestas en Internet”, relata. “Mi padre y mi
hermano no pudieron controlar la enfermedad. No quería correr la misma suerte”.
Estaba decidido a salir del precipicio.
En agosto del 2015, a mis 57
años, el médico también me diagnosticó prediabetes, dados mis valores de
glucosa en ayunas. Como Gail, yo tampoco tenía sobrepeso. Mi IMC estaba dentro
de lo saludable: 23,7. Hacía ejercicio tres veces a la semana y daba 10.000
pasos al día. Trabajaba como redactora de artículos de salud desde hacía más de
25 años y, por lo tanto, había estado siguiendo las recomendaciones en materia
de alimentación, durante tres décadas. ¿Qué más podía hacer?
Empecé a
buscar puntos de vista más recientes en la literatura médica. Según me
enteré, la prediabetes es una señal de alerta sobre los problemas de salud que
se avecinan a decenas de miles de hombres y mujeres en Europa. Todos ellos
recibirán el diagnóstico este año. Se estima que uno de cada tres adultos en
Reino Unido ya padecen la enfermedad. La Fundación Internacional de la Diabetes
calcula que, en Europa, casi el cinco por ciento de los adultos entre 20 y 79
años vive con intolerancia a la glucosa y corre el riesgo de desarrollar
diabetes, que incrementa hasta diez veces la propensión a padecer diabetes tipo
2 y los graves problemas asociados: cardiopatías, eventos cerebro-vasculares,
ceguera, neuropatía, nefropatía y amputaciones. Lo peor es que los tejidos
corporales y vasos sanguíneos van lesionándose, incluso antes de que la
enfermedad se manifieste de lleno.
Prediabetes
e hiperglucemia van de la mano. La primera se asocia a problemas de insulina.
Esta hormona permite que la glucosa se mueva del torrente sanguíneo hacia el
interior de las células, en donde se aprovecha como combustible o se almacena
en forma de grasa. Cuando una persona es prediabética, su cuerpo sintetiza
demasiada insulina, pero no puede utilizarla de manera eficaz. A este fenómeno
se le conoce como resistencia insulínica. La glucosa, entonces, permanece en la
sangre y empieza a acumularse, con lo cual aumenta el riesgo de desarrollar
diabetes tipo 2.
La creciente tasa de diabetes
tipo 2 es un grave problema de salud, no solo para quienes padecen las
consecuencias, sino también para los servicios sanitarios, que se ven
sobrepasados. Según la Comisión Europea, alrededor de 32 millones de personas
sufren este problema. La cifra solo considera el territorio de la Unión
Europea. Mundialmente, la tasa casi se ha cuadruplicado desde 1980. Tan solo en
la última década, la tasa de diabetes tipo 2 en Reino Unido se elevó en un 65
por ciento. Según el informe emitido en 2016 por la asociación Diabetes UK, si
la tendencia continúa, para 2034 un tercio de los ciudadanos británicos serán
obesos y el 10 por ciento padecerá diabetes.
Sobrepeso y antecedentes familiares aumentan el
riesgo de prediabetes
La buena noticia es que la prediabetes puede revertirse mediante
cambios en el estilo de vida. De hecho, tanto Gail Tudor como Frank Linhoff y
yo nos libramos de ella después de recibir el diagnóstico. Nuestra salud ha
mejorado bastante. Miles de personas también lo han logrado. Si usted o alguno
de los suyos tiene prediabetes, a continuación le decimos todo lo que hay que
saber.
1.
¿Quién corre riesgo?
Personas
con sobrepeso y obesidad, sedentarias o antecedentes familiares de diabetes
tipo 2 son más propensas a desarrollar prediabetes. Las mujeres que, como Gail,
sufrieron diabetes gestacional (una variante que aparece en el embarazo) corren
mucho mayor riesgo de desarrollar prediabetes o diabetes tipo 2 en algún
momento. Lo mismo aplica a mujeres que han dado a luz a un bebé con más de 4
kilos al nacer. Eso me pasó a mí hace 23 años.
Como
casi el 20% de las mujeres europeas, yo tenía otro factor de riesgo: un
problema hormonal de origen genético llamado síndrome de ovario poliquístico,
asociado a problemas de fertilidad, aumento de peso y otros síntomas.Un signo
típico es la resistencia insulínica.
“El
funcionamiento de la insulina es clave”, afirma el Dr. Jason Fung, nefrólogo
canadiense. La mayoría de sus pacientes con insuficiencia renal presenta
diabetes tipo 2. El Dr. Fung es autor de un bestseller internacional, “The Obesity Code”, en el
que describe los detonantes hormonales más importantes de la diabetes tipo 2 y
la obesidad: la insulina, la resistencia insulínica y el cortisol. Para
revertirlo, se necesitan combatir las causas, comenta el Dr. Fung. Sigue
leyendo.
2. ¿Cómo se diagnostica la
prediabetes?
Por lo
general, no presenta síntomas. Por ello, para detectar la enfermedad se emplea
uno de los tres siguientes criterios: 1) concentraciones de glucosa en plasma
de 5,6 - 6,9 mmol o 100 - 125 mg/dL (el valor más aceptado), cuantificadas con
muestras de sangre de la mañana antes de ingerir alimento (prueba de glucemia
en ayunas); 2) concentraciones de glucosa en sangre de 7,8 - 11,0 mmol [140-199
mg/dL] cuantificadas en muestras de sangre tomadas después de beber 75 gramos
de una bebida dulce (prueba de tolerancia a la glucosa); o 3) resultados
promedio de 5,7 - 6,4 por ciento o 39 - 46 mmol/mol en la prueba de Hemoglobina
A1c (un solo análisis de sangre que refleja la glucemia promedio de los últimos
3 meses). Si los resultados salen más elevados, se diagnostica diabetes tipo 2
directamente.
3.
Adelgace, pero ¿cómo?
Se sabe
que perder entre el cinco y diez por ciento del peso corporal ayuda a revertir
la prediabetes un tiempo, independientemente de cómo se logre. Pero seguir una
dieta no es fácil. Muchas veces se vuelve a engordar, incluso más. Si se sube
de peso y se sigue comiendo como de costumbre, los niveles de azúcar en sangre
se descontrolan otra vez.
Existe
un nuevo y polémico enfoque: para adelgazar y neutralizar los factores de
riesgo de la diabetes, miles de personas, como Gail, Frank y yo, han dejado de
consumir azúcares, almidones y carbohidratos refinados (pan, patata, arroz,
pasta, cereales, galletas y pasteles) y, en su lugar, ingerimos grasas
saludables.
Durante
la digestión, el cuerpo transforma todos los carbohidratos en glucosa. La
presencia de esta sustancia detona la liberación de insulina. Reducir la
ingesta de carbohidratos a menos de 100 gramos al día (o hasta 20 gramos)
disminuye las concentraciones de glucosa en sangre y, por lo tanto, no se
necesita insulina, afirma el Dr. Fung. De esta forma, el organismo recupera la
sensibilidad a dicha hormona. “La diabetes y prediabetes no son otra cosa que
intolerancia a los carbohidratos”, afirma el Dr. Aseem Malhotra, cardiólogo
británico, asesor del Foro Nacional contra la Obesidad y miembro fundador y ex
director científico de la campaña británica “Action on Sugar”, que tiene por
objeto eliminar o reducir la cantidad de azúcares añadidos en nuestra dieta.
Lo último: dietas bajas
en carbohidratos y ricas en grasas, como la mediterránea.
Las dietas bajas en carbohidratos no son
nada nuevo. El giro interesante es la incorporación de grasa saludable. Esta
sustancia, que abunda en lácteos, nueces, pescados y huevo (incluso la yema),
es beneficiosa. Mientras que un exceso de aceites vegetales y grasas trans
puede provocar enfermedades crónicas. Cada vez hay más evidencias de que las
grasas han sido objeto de desprestigio durante más de 30 años. Lejos de ser
dañinas, sacian, fortalecen el corazón y el cerebro y, a diferencia de otros
grupos de alimentos, producen un impacto menor en cuanto a liberación de
insulina.
El Dr.
Fredrik Nystrom, investigador sueco y jefe del Departamento de Medicina Interna
de la Universidad de Linkoping, está de acuerdo. ¿Su consejo de nutrición?
“Limitar los carbohidratos y llevar una dieta rica en grasas, como la
mediterránea (pescado, un poco de carne, verduras, queso, nueces y aceite de
oliva).
Según un
estudio publicado en junio de 2016 en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology Journal, las dietas ricas en grasas, como la mediterránea, no engordan.
De hecho, hombres y mujeres asignados de manera aleatoria al grupo que ingirió
más grasa perdieron más kilos y centímetros de cintura que
el grupo que consumió menos. Gail Tudor adoptó el enfoque de pocos
carbohidratos y más grasas en julio de 2015. En mayo de 2016 había adelgazado
más de 7 kilos (la mayor parte en los primeros tres meses) aunque no era esa la
intención. Su glucemia volvió a valores normales y ahora la prediabetes está
controlada. Frank Linnhoff, quien empezó con la dieta en enero de 2015, ha
perdido más de 10 kilos. Hoy, sus valores de glucemia y tensión arterial han
vuelto a la normalidad. Yo adopté este enfoque en el otoño de 2015. En siete
meses perdí 5 kilos y mi glucemia se controló. Además, los alimentos son
deliciosos y sacian.
¿Funcionará
para todos? Aún no se han publicado investigaciones a largo plazo y la mayoría
de las asociaciones de diabetes alrededor del mundo prefieren esperar. Sin
embargo, muchos médicos y científicos, un creciente número de estudios y
decenas de miles de personas que la han probado, recomiendan la dieta y afirman
que es saludable y eficaz. A continuación le presentamos algunas pruebas:
Según un
artículo publicado en la revista Nutrition en enero de 2015 por 26 expertos de distintos países,
limitar la ingesta de carbohidratos podría ser un enfoque adecuado para manejar
la diabetes y prediabetes. El foro británico
diabetes.co.uk llevó a cabo un estudio con 120.000 participantes, que se
apuntaron a un programa de 10 semanas con una dieta baja en carbohidratos y
rica en grasas. En mayo de este año, anunciaron los resultados: la mayoría
dijeron que el régimen les había permitido adelgazar y mejorar su glucemia.
El Dr.
Andreas Eenfeldt lleva casi una década indicando esta dieta a sus pacientes
obesos, prediabéticos y diabéticos (tipo 2). “Fue cuestión de semanas o meses
ver la mejoría; la diabetes se revirtió y los pacientes suspendieron el
tratamiento”, comenta el Dr. Eenfeldt, quien en 2007 lanzó la web sueca sin
ánimo de lucro, dietdoctor.com. En 2010, su libro “Low Carb High Fat Food Revolution” fue un bestseller en Suecia. Ya se ha
traducido a 8 idiomas. En 2011, lanzó la versión en inglés. Hoy en día tiene más de 2
millones de visitas al mes. Más de 300 personas han
relatado su experiencia con la dieta baja en carbohidratos y rica en grasas. La
web nos ayudó a Gail, Frank y a mí con nuestras transformaciones. Aparte de
respetar el régimen alimentario, Frank ahora sale a pasear en bicicleta, baila,
disfruta de la vida y celebra su buena salud. “Me sentía muy mal en enero de
2015. Nunca pensé que solo un año después me sentiría así”.
4. ¿Qué
más puede hacer?
Según los expertos, se ha comprobado que hacer ejercicio con
frecuencia, mejorar los hábitos de sueño y eliminar los factores de estrés son
buenas herramientas para controlar la glucemia.
·
Ejercicio: Los músculos actúan como una esponja que
absorbe la glucosa de la sangre. Cuanto más se mueve, más glucosa utiliza. No
significa que deba correr un maratón. Gracias a su glucómetro casero, Gail notó
que basta con caminar por casa o subir y bajar escaleras para reducir ligeramente
sus concentraciones de glucosa. La mayoría de los expertos recomiendan hacer 30
minutos de ejercicio de bajo impacto. Al menos, trate de caminar un rato.
·
Hábitos de sueño: En los últimos años se ha
determinado que dormir mal, poco y padecer insomnio son factores que elevan el
riesgo de engordar y desarrollar diabetes. Dormir bien entre 7 y 8 horas reduce
esta posibilidad. No tener televisión, móvil ni portátil en la habitación ayuda
a esto. No dejar que las mascotas duerman en la cama; reducir el alcohol antes
de dormir; mantener la habitación fresca; usar tapones de oídos e incorporar
una rutina de sueño.
·
Estrés: Cuando
el cuerpo está tenso produce más cortisol (esto también pasa si no duerme lo
suficiente), que puede elevar la glucemia. El estrés crónico exacerba la
resistencia a la insulina, hace que acumule grasa en la cintura y aumenta el
riesgo de desarrollar prediabetes y diabetes 2. “Es fundamental reducir el
estrés”, apunta el Dr. Fung. Para lograrlo, puede hacer meditación, yoga y ejercicios
relajantes. Los masajes también funcionan.
·
Tuve suerte. Como redactora de
artículos de salud, entendí de inmediato los riesgos de la prediabetes. Me
concentré en modificar mi estilo de vida, limitar mi consumo de azúcares y
carbohidratos, levantar pesas, caminar a todos lados y comer bien. En total, he
adelgazado 6,5 kilos sin rebote. Me compré un glucómetro y mido mis niveles de
glucosa en sangre con frecuencia. Ahora mis valores siempre están dentro de lo
normal.
Como dice el Dr. Andreas Eenfeldt: “Realmente debemos difundir esta información. Así más gente la aprovechará y adoptará medidas necesarias para fortalecer su salud”.