Un Jesús muy doméstico.
Un domingo a la mañana, llevé por primera vez a misa a mi hijo de 3 años. Se portó muy bien, aunque es sabido que los niños, si no están acostumbrados, no respetan los silencios de la celebración. Sin embargo, todo iba muy bien, no habló durante la Consagración ( momento sagrado en el que los católicos estamos arrodillados y en silencio), durante la Comunión, como todos los niños, quiso que lo "conviden con eso que están comiendo" pero con las canciones de ese momento no lo escucharon. Luego de la Comunión, el sacerdote limpia el Cáliz y la patena ( donde se apoya la hostia) y en ese momento fue que mi hijo vió finalmente algo familiar y a viva voz comentó "Mira mamá, Jesús está lavando los platos!".

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