Inicio Historias Reales Inspiración Vivir para contarlo

Vivir para contarlo

168
0

¡Ellos sobrevivieron y hoy pueden contar estas increíbles historias!

Qué se siente en realidad al …

… CAER CINCO KILOMETROS A TIERRA

Michael Holmes, de 29, es un instructor británico de paracaidismo, que vive en Nueva Zelanda. Su paracaídas falló durante un salto el13 de diciembre de 2006. «Se suponía que filmaría a un grupo de paracaidistas sobre Taupo, a unos 240 kilómetros al sur de Auckland. Saltamos del avión a 5.000 metros y caímos a unos 1.300, pero cuando desplegué mi paracaídas principal, no se abrió como debía. «Traté de desenredarlo, pero iba cayendo a unos 100 kilómetros por hora, girando violentamente [experimentando fuerzas centrífugas de 5Gs] y la sangre se me agolpaba en las manos, por lo que no podía hacer mucho con ellas. Así que decidí soltar mi paracaídas principal y desplegar después el de reserva. Por desgracia, el paracaídas principal no se desprendió y yo sabía que, si desplegaba ahora el de reserva, era fácil que ambos se enredaran. «Seguí intentando desesperadamente soltar el casquete principal, pero, a poco más de 300 metros, tenía que tomar una decisión. Tenía unos ocho segundos antes de tocar tierra. Así que corrí el riesgo, desplegué el de reserva y … los paracaídas se envolvieron entre si «Hasta ese punto, yo sólo pensaba Tengo que resolverlo. Entonces me di cuenta, ‘Oh, im***a! Estoy muerto’; de hecho, la cámara de mi casco me captó diciendo exactamente esas palabras. Después decidí que debía dejarle a la gente un último mensaje, así que, con la tierra cada vez más cerca, solo alcancé a decir ‘iAdiósl’

Publicidad

«No recuerdo haber golpeado el suelo: perdí el conocimiento unos cuantos segundos. Después pude oír a mi colega John preguntándome si me encontraba bien. Recobraba y perdía el sentido, pero lo único que podía pensar era Algo falló. ¿Fue mi culpa? Lo que acababa de ocurrir -que sobreviviera- no lo registraba. De lo único que seguí hablando fue de revisar mi paracaídas. iJohn se rió de mí! «Solo hasta el día siguiente -postrado en el hospital- empecé a pensar en palabras como ‘milagro’. Había caído casi cinco kilómetros y todo lo que tenía era un tobillo roto, tres costillas rotas, un pulmón perforado, algunas contusiones y muchos rasguños del arbusto de moras sobre el que había aterrizado. «Hay quienes dicen que el arbusto me salvó; otros opinan que, como pensé que iba a morir, mi cuerpo se relajó. No soy creyente, pero supongo que sea lo que sea que esté al mando decidió que no era mi hora».

La historia de Michael aparece en la serie Indestructibles, que se presenta en el canal del National Geographic.

… DESPERTAR DURANTE UNA OPERACION

Le ocurrió a Meryl Davies,de 59. de Brecon, Powys,y no una sino dos veces. «En 1988, mi hijo nació por cesárea en el Brecon War Memorial Hospital. Recibí anestesia general, pero recobré el sentido en medio de la operación. La fracción del anestésico que me paralizó siguió funcionando, no podía decir nada, ipero podía sentir cómo cortaban mi cuerpo! El dolor era … bueno, estaba más allá del dolor, y quedé aterrada de las operaciones. Empero, cuatro años después, tuve que regresar al mismo hospital para una operación por una hernia en mi estómago. Era el mismo anestesista y … en un minuto estaba dormida y al siguiente sentí como si me hubieran arrojado en un tanque de aceite hirviente. Me tomó un tiempo descifrar lo que ocurría, y después caí en la cuenta. iOh, Dios! iNo de nuevo!

«Podía oír las voces en el quirófano, pero no podía gritar, moverme o siquiera abrir los ojos. Solo yacía ahí mientras me rebanaban. «Habían entrado por la cicatriz de mi cesárea  para acceder a la hernia. En algunos casos de conciencia anestésica, la gente puede sentir exactamente de dónde proviene el dolor, pero, durante mis dos operaciones, era tan intenso que era incapaz de sentir cómo hacían a un lado mis intestinos o cualquier otra cosa. Esta segunda vez, de hecho pensé en que moriría y que estaba destinada a sentir hasta la eternidad el dolor que me había matado. Estaba enojada. ¿Por qué no me dijeron que así es como se siente morir? Debo haber perdido la noción en algún momento, porque desperté en el pasillo de camino hacia la sala. La gente parecía real y comprendí que debía estar viva, pero solo hasta que llegó mi hermana me sentí segura para decir lo que había ocurrido. La experiencia me dejó con un trastorno por estrés postraumático. Resultó que se me había dado óxido nitroso -un anestésico dental-, una técnica que se había enseñado, pero retirado. Aunque la gente estaba despertándose durante las operaciones, ieste anestesista seguía usándola! La conciencia anestésica no es nada más cosa de película (ocurre en cerca del 0,2 por ciento de las operaciones), y es necesario un mejor monitoreo durante las observaciones. No quiero que nadie tenga que soportar lo mismo que yo.»

… SALIR DE UN COMA

Dominic Hurley, de 38, de Rotherham, estuvo inconsciente durante tres meses después de un accidente de tránsito el18 de agosto de 1994. Durante mi curso de administración hotelera, estuve en un hotel de Chipre. Era un trabajo arduo, así que, en una de nuestras raras noches libres, un grupo de nosotros alquilamos unas motonetas y nos dirigimos a Ayia Napa.

«De camino a casa, al parecer me quedé dormido y me caí de mi motoneta. No llevaba casco, mi cabeza se dio un fuerte golpe y quedé en coma. «Fui trasladado a casa y mi familia me vigilaba 24 horas al día. Sé que se han publicado casos de personas que son capaces de oír cosas cuando están inconscientes, pero, aunque mi mamá me dijo que abrí los ojos algunas veces y que movía las extremidades, no recuerdo nada de esos tres meses. Nada … un enorme vacío.

«Y, cuando salí del coma, no fue como en las películas en que la gente solo abre los ojos y dice «Caray, papá, ¿dónde estoy?’ Fue una cosa gradual, dos años de lo más borrosos. Mis padres estaban presentes cuando desperté y, cuando las enfermeras me dijeron quiénes eran, los reconocí de alguna manera, pero no podía recordar nada de ellos. «Lo que sí recuerdo es haber estado parado junto con mi cama en el hospital un poco después, y que pasaban Supermarket Sweep por televisión. En mi interior sabía que no me gustaba. No podía sostenerme en pie, pero aun así traté de arrastrarme para apagarlo. Pero casi todos los recuerdos que tengo de esos primeros meses son de cosas de las que mis padres me dijeron. Aun cuando me mostraban fotos y me decían: ‘Hiciste esto la semana pasada’, yo no podía recordarlo. Cuando regresé a casa tras cuatro meses en el hospital, no reconocí mi propio hogar. Solo pensé: Oh, es agradable. «Los días se desvanecían. Me visitaban amigos, pero yo no tenía ningún recuerdo de las cosas que habíamos hecho juntos. Pensar y recordar parecían muy difíciles, así que supongo que no me tomaba la molestia.

Fueron mis padres y los terapeutas quienes me sacaron de eso: mostrándome fotos, contándome de mi vida. Fui impulsado a empezar a formarme una imagen de quién era. »Todavía no puedo caminar en realidad, y apenas puedo usar mi brazo derecho. Pero esto es lo que soy ahora. Se me ha dicho que es improbable que alguna vez vuelva a tener recuerdos reales de cómo era la vida antes del accidente, ¿así que para qué me preocupo? Prefiero concentrarme en el futuro.»

Dominic ha recaudado más de £53.ooo para varias instituciones de beneficencia, incluidas £2o.ooo para la institución de lesiones cerebrales Headway (headway.org.uk)

… SOBREVIVIR A UN, ACCIDENTE DE HELICOPTERO

Sam MacPherson, de 55. de Fort William en las Tierras Altas escocesas, es voluntario del Equipo de Rescate de Montaña de Lochaber. Era pasajero en una nave cuyo motor falló en enero de 1989. «Volábamos por encima de la montaña Creag Meagaidh para reabastecer una tienda de equipo. A bordo íbamos diez personas y yo viajaba sujeto con un cinturón a un lado, viendo al operador del montacargas, quien llevaba la puerta abierta tratando de avistar un lugar para aterrizar. «Supongo que estábamos como a 23 metros encima de la colina cuando sentí que el helicóptero se sacudió y de pronto vi al operador del montacargas cerrar la puerta de un golpe. Habíamos perdido uno de los motores exactamente en el mismo momento en que nos había pegado una corriente de la montaña. El operador del montacargas llevaba un casco, así que debió haber oído al piloto decir que íbamos cayendo, pero yo no tenía idea. En las montañas, uno se acostumbra a que el viento sacuda violentamente al helicóptero, así que no me di cuenta de que íbamos cayendo. De hecho permanecí ahí sentado bastante calmado hasta que dimos contra el suelo. «El sonido y la sensación fueron un poco como los de un choque de autos, metal que se desgarraba, mientras que mi cuerpo era golpeado contra el costado del helicóptero. Recuerdo haber asumido que estaba a punto de morir. Uno no cae a tierra en un enorme helicóptero y sobrevive. Aun así, no entré en pánico ni grité. Solo permanecí ahí sentado pensando: Oh, bueno. Se terminó todo.

«Conforme los rotores daban contra el suelo, el helicóptero se sacudía una y otra vez, arrojando mi cuerpo hacia la izquierda y hacia la derecha. Podía ver mochilas y equipo pesado de rescate que eran arrojados como juguetes. Fue una gran suerte que nada me golpeara la cabeza «Supongo que hubo algunos gritos y unas cuantas palabras, pero no se podía oír nada por encima del ruido, que se volvió más fuerte hasta que era casi un torrente de ruido que hacía que te zumbaran los oídos. No tengo recuerdos de lo que hacían mis compañeros ni de la expresión de sus rostros. Estaba metido solo en el momento, ia la espera de que fuera el último! «Cuando al fin dejamos de rodar, pensé, lEstoy muerto? iNo! Magnífico. Entonces noté que estaba colgado de cabeza y que el helicóptero estaba lleno de un humo denso. El instinto de supervivencia se activó, y me las arreglé para desabrochar mi cinturón y caí hacía el suelo. Como podía oír voces, supe que había al menos otros sobrevivientes.

«Las ventanas estaban rotas. Cuando trataba de alcanzar la luz, vi colgado a uno de mis colegas, así que lo empujé a través de la ventana. Había tanta adrenalina circulando por mi cuerpo que podría haber levantado a un elefante. «Después de que logré salir, metí los brazos y pude sacar a otro par de personas. El piloto tenía la cara cortada por un fragmento de plástico, pero esa era la única herida. Milagrosamente, itodos nos habíamos salvado y estábamos bien! Se aproximó un grupo de caminantes. Uno de ellos gritó: «¿Cuántos muertos hay?» Miramos al helicóptero -que seguía en llamas- y después nos miramos entre nosotros y sonreímos. «¿Cómo me sentí? Afortunado. Pero al hacer este trabajo, uno aprende a no estancarse en las cosas: se sacude el polvo y sigue adelante. Nos recogió otro helicóptero, fuimos al pub y tomamos una cerveza. iTal vez sea la mejor cerveza que jamás tomé en mi vida!

Artículo anteriorAtún con especias marroquíes y ensalada de legumbres
Artículo siguiente¿Cómo hacer más tierna una carne?