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El niño de la fotografía

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En 1940 un pequeño canadiense se convirtió en un símbolo de esperanza en tiempos de guerra. Más de setenta años después, …

No recuerdo el día que esta foto fue tomada, pero me acuerdo el día siguiente. Yo tenía cinco años y los vecinos acudieron a nuestra casa y nuestros parientes llamaron por teléfono cuando se dieron cuenta de que una foto mía aparecía en la portada del diario The Vancouver Daily Province.

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En 1943 me pidieron que ayudara en la campaña de bonos de guerra en las fábricas cercanas. A todos los obreros se les daba una hora de descanso; un grupo de músicos tocaba para ellos las canciones de la época y, al terminar, sacaban una copia enorme de aquella foto. Entonces yo salía vestido con chaqueta y pantalón corto (mi madre insistía en que lo usara) y decía estas palabras: “Compren un bono hoy y traigan a mi papá de vuelta a casa”.

 

Associated Press y la revista Life habían comprado esa imagen en 1940, antes de que los Estados Unidos entraran a la guerra, así que al público estadounidense le impactó ver cómo todos aquellos soldados canadienses partían a Inglaterra.

 

Mi padre volvió a Canadá en 1943, con un permiso solidario; llegó a casa justo antes de la Navidad. No se quedó con nosotros; pensé que era porque estaba en el frente, pero más bien fue porque el matrimonio de mis padres había terminado. Esa foto fue una de las últimas de mi familia reunida.

 

De vuelta en Inglaterra mi padre se enteró de que su unidad había sido enviada a Sicilia, Italia. En junio de 1944 desembarcó en Normandía, Francia, y de ahí marchó a Alemania. Un día de 1945 mi abuelo me llevó a la estación de trenes, y allí me encontré con papá. Creo que ese fue el día más feliz de mis 10 años de vida.

 

La fotografía permaneció en el olvido mucho tiempo. Empezó a resurgir a mediados de los años 60, un Día del Armisticio (11 de noviembre), y a menudo se la menciona como una de las imágenes más populares de Canadá. La ciudad de New Westminster, Columbia Británica, la hizo suya porque fue tomada allí, y en 2014 develó una estatua de bronce que conmemora la escena. También la mostró en un sello postal y en una moneda. Al parecer, a mis 80 años, soy una de las pocas personas vivas que aparecen en una moneda canadiense en circulación, aparte de la Reina.

 

En la inauguración de la estatua me sentí abrumado por la emoción que esta fotografía evoca. Como dijo uno de los ex soldados presentes: “No se trata de guerra, sangre, vísceras y armas. Se trata de las familias que se quedan esperando en casa”.

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